CARLOLUDOVICA PALMATA
El tejido, acción fundamental del ser humano, une los
saberes ancestrales con lo mejor de la naturaleza, para solucionar sus
necesidades. Es así, como partiendo de la palma de iraca, nativa de varias
regiones cálidas de Colombia junto con el modelo de sombrero europeo, crean el
sombrero de palma de iraca para protegerse del sol y la lluvia, en la labores
al aire libre.
De la naciente hoja de la palma, aun cuando el cogollo no
abre sus alas a la luz, es cortado por
los campesinos de Nariño, Caldas y otros departamentos del país, para
convertirlo en suaves, resistentes y delgadas hebras que se entrelazarán en las manos de mujeres
quienes tejen los sombreros de “paja toquilla”, de “jipijapa” o palma de iraca,
como se los conoce en la extendida cultura del sombrero sandoneño o aguadeño,
en nuestro caso particular. Los sombreros han pasado las fronteras nacionales
para convertirse en una prenda elegante y hermosa, parte de toda una cultura de
mujeres y hombres que los portan, no sólo en labores diarias, sino en fiestas regionales, así como, en grandes pasarelas de moda internacional.
Con esta paja se elaboran artesanías utilitarias, decorativas y funcionales que
son parte de la identidad de las regiones que portan esta tradición tejedora.
Del cogollo a la paja hay todo un proceso de transformación,
dedicación, conocimiento, tradición y amor.
Todas las partes de la palma o palmicha, tienen diferentes
usos, entre otros: las hojas adultas de sirven para elaborar techos, del
corazón del cogollo sacan palmitos comestibles o Nacumas, escobas, etc…
Con la hebras de la paja toquilla de Sandoná-Nariño; los retales de sombreros de aguadas-Caldas elaboré esta pieza que se expone en el VIII salón BAT de Arte Popular-Bogotá, D.C.